La ciudad que conocemos a día de hoy nace con una donación del Rey Alfonso VI al Conde Pedro Ansúrez. El año exacto es el 1074 y se produjo en una época en la que el Conde impulsó el crecimiento, desarrollo y valoración de la ciudad por sus privilegios y poderes que le concedieron los reyes de León y de Castilla.
Justo después, el Conde hizo construir la Iglesia de “La Antigua”, uno de los símbolos más importantes de la ciudad y uno de los monumentos más visitados.
Junto a dicha iglesia se encontraron restos arqueológicos de una villa romana que fueron datados en los siglos I, II y III d.C. También se encontraron varios mosaicos romanos de muchísimo valor en las inmediaciones, algo que deja ver el paso de la cultura romana por la misma situación geográfica en la que ahora se asienta la actual Valladolid. Estos mosaicos se encuentran muy cerca de la calle Santiago.
Valladolid en la Edad Media
Desde la invasión musulmana de la península hasta el siglo X, Valladolid y toda la Ribera de Castilla vivieron un largo periodo de despoblación, que fue progresivamente mejorando a principios del siglo XI.
En 1208, Valladolid fue incorporada a la corte de Alfonso VIII y se convirtió en el centro cultural de Castilla experimentando un rápido crecimiento, favorecido por los privilegios comerciales otorgados por Fernando III, Alfonso X y la reina regenta María de Molina. Gracias a una bula otorgada por el Papa Clemente VI, en 1346 se creó la Universidad de Valladolid, una de las primeras de España.
Varias décadas más tarde, la Audiencia de Castilla se instaló en Valladolid. Otro dato importante: en 1412 se decretó la segregación de los judíos y se creó un barrio para ellos, el “barrio nuevo” hoy desaparecido, que se ubicaba en el corazón del Valladolid actual.
Valladolid, capital de España
La historia de Valladolid dio un giro inesperado en el año 1601. El duque de Lerma, mano derecha de Felipe III, movió hilos para traer la Corte de Madrid a Valladolid. Desde 1601 a 1606, Valladolid se convirtió en la capital del Imperio, algo que lanzó a la ciudad a una fama que jamás se habría esperado.
En este periodo la ciudad ganó importancia a nivel internacional y por sus calles, plazas, jardines y terrazas se pasearon los más célebres autores de la Corte, como Góngora, Quevedo o el gran maestro Cervantes.
Se volvió a trasladar la capital a Madrid en 1606, perdiendo así la Corte, lo que supuso un gran cambio para la ciudad, iniciándose una época de decadencia de la que no se recuperará hasta mediados del siglo XIX.
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